La Región de Coquimbo tiene un largo período de registro

Gato Andino: La especie sagrada que la cordillera de Los Andes resguarda

Antes de la creación de la Alianza Gato Andino (AGA) en 1999, poco se sabía de una especie que ha sido venerada por los pueblos altiplánicos y de nuestra región. Y es, precisamente, en la Región de Coquimbo, provincia de Choapa, donde existe un largo trabajo de registro de los hábitos de este felino
domingo 17 de abril de 2022

En febrero de este año la Alianza Gato Andino sufrió una pérdida irreparable: diez cámaras fueron sustraídas desde la alta cordillera en la zona de Choapa. 


La Alianza, que aúna a profesionales de Chile, Argentina, Perú y Bolivia, está haciendo seguimiento al gato andino desde el año 2014 en la zona de Coquimbo y la pérdida solo puede ser cuantificable si se entiende la magnitud del trabajo y las particularidades de la especie: las cámaras trampa ubicadas en las alturas de la cordillera han permitido conocer más de este mamífero que se encuentra entre los cinco felinos más amenazados a nivel mundial; pero también, porque en diez años de trabajo, solo ha nacido una cría en el sector y al momento del hurto, la gata estaba en proceso de apareamiento. 


Saber qué ocurrió en esos meses, si nació un ejemplar, es una incógnita que no se ha podido dilucidar hasta ahora, pese a que la Alianza logró reponer las cámaras gracias a una campaña. Y es que lo que hoy se sabe de esta especie es fruto de un esfuerzo que se ha construido solo gracias a la pasión de un grupo de profesionales que trabaja sin remuneración y por el simple hecho de conocer y proteger a esta especie que las culturas andinas consideraban como sagrada.


Cristian Sepúlveda, miembro de AGA, ingeniero en recursos naturales renovables y especialista en fauna silvestre, cuenta que este felino que puede llegar a pesar seis kilos, de pelaje espeso con manchas color café, pecho blanco y cola larga con anillos, era sagrado para quechuas y aymaras.


“En el norte, el gato andino es el cuidador de los cerros de la alta montaña y se supone que desde donde él orina nace el agua y con sus ojitos lanza rayos, es una visión muy linda. En la Región de Coquimbo esa tradición oral se perdió, pero quedan petroglifos del gato andino”.


Y en esa zona de la Región de Coquimbo, donde las antiguas culturas dejaron para la posteridad dibujos del felino, hoy viven los pocos ejemplares de los que hay seguimiento. 


Fue en medio de un proyecto de la consultora Flora y Fauna, en conjunto con el Gobierno Regional, para estudiar a los pumas en la Región de Coquimbo, que el 2014 se obtuvo el primer registro del Leopardus Jacobita gracias a una cámara trampa. 


Aunque se presumía que podía estar ahí, el registro del Valle del Choapa fue el primero en 124 años. En 1891 Rodolfo Armando Philippi, había registrado la primera piel de un ejemplar de esa especie en la cordillera de Santiago.


Desde entonces la localidad de Coirón se constituyó en una pieza clave para entender más de los hábitos de esta especie en este lado de la cordillera, gracias a la buena relación con la comunidad. Comenzó así un proyecto de monitoreo de la especie en el sector, el que en la actualidad cuenta con cámaras trampas desde los 2.000 a 2.700 metros sobre el nivel del mar.


Mediante los registros se pudo conocer los movimientos de Molle, Diaguita y Coirón, especímenes bautizados con esos nombres que se dejaron retratar sin querer y que permitieron saber de lo selectivo de su dieta, hábitat y de lo solitarios que son.


“Empezamos a entender que eran muy pocos individuos. Lo máximo que hemos logrado registrar de manera simultánea, en un área de 5 mil hectáreas, son a cuatro gatos andinos. Lo normal es que anden de dos a tres. Empezamos a observar que era difícil que se reprodujeran entre ellos. En todos los años solo hemos tenido el nacimiento de una cría”, explica el investigador.


El trabajo de la alianza es vasto en sus 23 años de historia. “Somos un equipo grande de personas que trabajamos aportando de manera voluntaria nuestro tiempo para proteger a estas especies y conocer más de ella”. 


Lo maravilloso de esta alianza, es que antes de su creación, el conocimiento sobre esta especie era tan pequeño que apenas se sabía donde residía.


Desde el año 2014, cuando se supo de la presencia del gato andino en Coirón, la gente mandó información de uno similar en la cordillera de Santiago.  “De pronto se nos abrió el mapa que el gato andino no estaba solo en el altiplano de Chile”, relata el investigador.


En Chile, hoy se documenta presencia de manera continua entre Visviri hasta el sector de San Pedro de Atacama, en el norte. Hay un registro al interior de la Región de Atacama, en la mina Caserones. Siguiendo hacia el sur, se salta hasta los registros en el Valle de Elqui, con imágenes de Gabriel Santander; también hay en Monte Patria, Tulahuén y Coirón en el sur de la región en donde se ha centrado el trabajo, gracias a las buenas relaciones con la comunidad. Es decir, han logrado entender que se ubica en toda la Región de Coquimbo, señala Sepúlveda.


En la Quinta Región hay registros en el sector del Valle de Putaendo, a partir de un estudio de la minera que se quería ubicar en ese valle, y hay hallazgos recientes en el Parque Andino Juncal. En la Región Metropolitana hay registros en el sector de Valle Nevado, Farellones, recientemente en plena cordillera de Santiago en el parque Mahuida, en el Cajón del Maipo con el Santuario de Las Ánimas, el Alfalfal y Valle de las Arenas, cuenta el especialista en fauna silvestre.


“Es interesante porque en el altiplano lo encuentras sobre los 3500 metros, mientras que en la zona central tenemos registro desde los 1600 metros hacia adelante. Ahí hay poca altura, pero se adapta y está en las zonas con condiciones más hostiles, como barrancos en la cordillera”, explica.


El trabajo de AGA es variado y amplio, pero una pieza clave son las cámaras trampa. Un trabajo que es difícil imaginar, considerando la altura y que es catalogado como el felino más difícil de captar, según explica Sepúlveda. De hecho, al revisar la web, es fácil encontrarlo como gato fantasma.


 “Al gato andino le gusta los lugares escarpados, los barrancos, entonces tenemos que estar ahí. (…) Por nuestro lado pasan cóndores, el viento se siente más fuerte, puede haber fácil un metro de nieve, hay que estar entonces preparado para estar en alta montaña (…) en la lejanía, en donde uno escapa de la presencia humana, bajo las estrellas: una experiencia con la naturaleza increíble”, dice.


Esa documentación visual permitió que en el año 2019 se presentara un corto documental para sensibilizar a la población sobre sobre la vulnerabilidad en que se encuentra la especie: Seeking the Andean Cat, dirigido por Rodrigo Villalobos.


En los cerca de 12 minutos de imágenes, se retrata las alturas del macizo cordillerano, la nieve y otras especies que residen en la altura. “Supervivientes resguardados por las altas cumbres de la Cordillera de Los Andes”, como dice magistralmente el documento audiovisual.


En él, además, se registra una de las fotos que se ha vuelto un ícono de gato andino y que tomó Cristian Sepúlveda: Molle, caminando, con todo su esplendor de color grisáceo con manchas rojizo amarillento y de larga cola; de fondo, una cordillera recortada de distintos tonos de azul. Una imagen maravillosa que circula profusamente por la web.


Fue gracias a todo este trabajo anterior que el gato andino salió al mundo recientemente bajo el alero de la BBC en la serie “Eden: Untamed Planet”


“Ellos andaban buscando especies muy raras, lo que busca BBC en estos tiempos es sorprender al público y estaban tras animales muy difíciles de ver. A través de las redes sociales de nuestra página de la Alianza Gato Andino, se dieron cuenta que estábamos subiendo harto material de las cámaras trampa y por ello se contactaron con nosotros”.


Fue durante la pandemia que gracias a permisos especiales del Gobierno se logró grabar cerca de dos meses y medio en la cordillera.


“Vino un camarógrafo que se llama Dave Mathershaw, un inglés que se dedica a grabar los felinos en el mundo y esta experiencia fue la más difícil que tuvo (…) Nosotros trabajamos más en primavera y verano, y en esa época el gato andino, por lo que entendemos, en más bien nocturno porque le gustan las temperaturas invernales, entonces fue harto trabajo. Llevar equipo, solo el trípode del camarógrafo pesaba 25 kilos, fue un reto extenuante, pero super bonito: Después de 10 años pude ver al gato andino de manera directa”.


Fue precisamente durante ese proceso, que se pudo saber que Coirón y Diaguita estaban en proceso de apareamiento porque estaban emitiendo vocalizaciones de esta índole. Lamentablemente, ocurrió también que diez cámaras fueron sustraídas y pese a que se han logrado reponer ocho, aún no se sabe si en ese período logró nacer otra cría.  


Sepúlveda es claro en señalar que la especie corre peligro. En los cuatro países en que hay presencia, incluyendo la Patagonia argentina, solo se conoce de 1.400 ejemplares.


Entre las amenazas, el investigador señala el cambio climático: avance de la desertificación y aumento de la temperatura, una combinación difícil para una especie que prefiere los climas fríos y hoy están tratando de dilucidar si la expansión hacia el sur del país, Región Metropolitana, tiene que ver con estos cambios climáticos.


Pero la amenaza existe, además, porque la especie tiene una baja tasa de reproducción, una dieta y hábitat muy específicos, lo que suma a las externalidades provocadas por la presencia humana. Proyectos extractivistas como la gran minería o proyectos que secan las aguas de la cordillera, explica el investigador, pueden modificar la flora y fauna que permite la sobrevivencia de los felinos, es decir, generar pérdida de su hábitat.


En la zona central, en tanto, el conflicto se genera con la ganadería que ve en el gato una amenaza, pese a que es fundamentalmente predador de chinchillas.


“Muchas veces ponen veneno o salen a cazar con perros en las llamadas “corridas de los pumas”, en que salen varias personas a caballo con armas”, relata Sepúlveda.


Para revertir la situación, AGA está trabajando con las comunidades ganaderas que ven en el gato como una amenaza por desconocimiento. Les han entregado perros especiales para el resguardo de rebaños, además de aportar alimentos para sus animales, lo que ha dado buenos resultados.


También se ha implementado proyectos de puesta en valor de la figura del gato andino, como la creación de trabajo en pañolenci, para resaltar y promover el cuidado de esta especie en comunidades.


Del mismo modo, se sigue investigando las fecas del animal para saber sobre potenciales enfermedades y analizar el material genético, lo que puede aportar datos sobre su evolución y salud.


Pero sin duda, una de las principales apuestas es que Coirón se constituya en un área de conservación privada.
Para su implementación ya se cuenta con la línea de base del proyecto, es decir, un catálogo de fauna, flora, arqueología y medio cultural “y los resultados fueron sorprendentes: Tenemos más de 120 especies de fauna, sobre 200 de flora”, además de los petroglifos, dice Sepúlveda.


“Es un área muy diversa. Hay especies que están resistiendo con un valor importantísimo. Así como lo es, que sean las comunidades las que administren el territorio y puedan protegerlos de amenazas como puede ser la minería”.


Hoy se avanza en que Coirón genere oportunidades con el turismo de naturaleza y ofrezca la oportunidad al mundo de filmar al pequeño felino que se oculta en su cordillera, con todos los beneficios que puede involucrar ofrecer los servicios de hostelería, en una zona que desde el 2014 tiene experticia en cómo se mueve el gato andino.

Cristian Sepúlveda, relata que durante la filmación de la BBC fue la primera vez que ha avistado un gato andino, una vez en diez años de búsqueda, y para Rodrigo Villalobos, la segunda. Es difícil imaginar, y de ahí la importancia de dejar registro, de lo que puede significar para investigadores que llevan tanto tiempo tras sus pasos tener un avistamiento, aunque sea fugaz.


“Después de varios días de sol llegó un frente de mal tiempo que bajó las temperaturas. Creo que eso permitió que el gato se moviera durante el día. Nosotros nos íbamos a juntar con el camarógrafo que estaba en el cerro y de repente veo en entre unas rocas una cabecita que se estaba asomando, pero estaba inmóvil. No sabíamos si era una roca o algo más, entonces con Rodrigo usamos la cámara y con el zoom vimos que era un gato andino que estaba completamente inmóvil, con las orejitas como bajitas, no llamaba nada la atención. Había un ave al lado, la turca, un ave endémica que es muy conocida aquí en los cerros, que estaba haciendo sus sonidos de alerta, porque el gato es un depredador. Lo pudimos ver como un minuto, al lado de esta turca que estaba saltando, de repente bajó su cabecita y desapareció. Tratamos de acercarnos, con cierta distancia ya que conocíamos el sector, para que no se asustara, pero se metió a unos barrancos y eso fue justo al atardecer y no lo volvimos a ver. El camarógrafo no lo pudo ver de manera directa, pero lo grabó con estas cámaras trampa de alta tecnología y ahí quedó super bien plasmado en el documental”.