Alejandro San Francisco: "No llamaría inconsecuentes a los dirigentes del estudiantado"

Doctor en Historia Moderna de la Universidad de Oxford asegura que los líderes que desde la calle fueron protagonistas del movimiento
Alejandro San Francisco: "No llamaría inconsecuentes a los dirigentes del estudiantado"
Alejandro San Francisco: "No llamaría inconsecuentes a los dirigentes del estudiantado"
domingo 23 de febrero de 2014

Estudió Derecho, pero Alejandro San Francisco terminó transformado en profesor de Historia y asegura que está feliz. Cree que los profesores tienen mucho que hacer en la sociedad, sobre todo en la creación de nuevas generaciones. Doctor en Historia Moderna de la Universidad de Oxford, estuvo en La Serena en la presentación de su libro “La Guerra Civil de 1891 en Chile. Un país, dos ejércitos, miles de muertos”.

Confiesa que llegó a Historia por la pasión que tenía por leer y saber lo que había ocurrido. A los 22 años aún no salía de Chile. “Tuve profesores espectaculares, el profesor Gonzalo Ampuero Brito, fue espectacular, lo mismo que Enrique Bram. Después empecé a conocer y en ese sentido la decisión fue la correcta, pero lo que yo quería era formar gente joven, la historia me encanta, pero más me gusta hacer clases”.

-¿Cómo se clasifica a los historiadores, dependiendo de cómo analizaron la historia?
“En esto todo influye, los hechos, la formación que uno ha tenido. En esto uno tiene obligaciones mínimas, se debe a la fuente, no la puede distorsionar o lo que dicen los documentos. Si uno encuentra algo tiene que ser honesto con lo que encontró, pero uno aprender a conocer mejor las cosas cuando contrasta visiones. Además y esto lo aprendí del historiador Mario Góngora, a través de lecturas, quien decía que en todo problema histórico complejo hay que huir de la tentación causalista. Siempre les digo a mis alumnos que el mejor historiador es aquel que conoce la naturaleza humana, porque esta no cambia”.

-Algunas veces pide cuidado con la lectura de Frías Valenzuela o Encina…
“Lo que importa son eliminar los prejuicios, en el caso de Encina (Francisco), él es un gran historiador, lo que pasa es que tiene juicios lapidarios que suenan absurdos. Pero si uno lee los últimos tomos de Encina sobre la historia de Chile son muy valiosos. Ahora, si uno tiene discrepancias de uno o de otro, pero descalificarlo a priori y decir que sus tomos no tienen valor, suena absurdo”.

-¿En su caso trabajará en construir la historia de Chile de 1988 hacia adelante?
“La historia presente no me interesa tanto, pero sí me interesa la historia de las rupturas institucionales. Me dedicaría a 1829-1830, luego pasaría a 1924-1925 y posteriormente a 1970-1973. Paralelamente trabajo temas de la independencia chilena y desde el punto de vista de la difusión particularmente de la Primera Guerra Mundial, de la que por lo demás ahora se cumplen los cien años”.

-Cuándo plantea que no le gusta mucho escribir sobre lo reciente, ¿es porque faltaría tiempo para contextualizar?
“Hay de las dos cosas, soy un convencido de que sí se puede hacer historia reciente o contemporánea, yo contribuí en un libro “Camino a La Moneda, Las elecciones presidenciales en la historia de Chile 1920-2000. Tenemos que hacer un esfuerzo por conocer los últimos 20 o 30 años y ahí me gustaría trabajar en el movimiento estudiantil que es algo bonito”.

-¿Le llamó la atención que los pingüinos colocaran en jaque a los gobiernos de turno?
“No, lo que me llama la atención es que cada cierto tiempo irrumpen movimientos juveniles que son contradictorios con el orden social actual, sea cual fuese y no está lo suficientemente estudiado”.

-¿Se refiere al fenómeno?
“Al fenómeno o al conjunto del movimiento estudiantil. He leído cosas del movimiento de los años de Pinochet (Augusto). Y lo que significa haber dejado en jaque a los gobiernos o provocar la caída de algunos ministros es bastante interesante”.

-¿El tema pasa porque la educación sea gratuita?
“No, creo que los problemas sociales no se acaban nunca. Hay que evaluar bien cuáles son las tendencias universales. Hay países con educación gratuita que tienen calidad y en otras no es elevada. Hay países donde se han ampliado las oportunidades para todos y otras donde están detenidas. Chile tiene los sistemas de educación más respetados y sólo comparable con el brasileño y entre las cinco universidades latinoamericanas hay dos chilenas, la Católica y la Chile, y entre las 15 se suma la de Concepción y la de Santiago. Ninguno otro país puede decir que tiene esa calidad de universidades. Lo que ocurre es que se produjo un levantamiento por el excesivo endeudamiento, falta de calidad y excesivos cobros de los aranceles”.

-Y el lucro ¿dónde lo instala?
“En el lucro se ha generado una situación que es bastante interesante luego que el concepto pasa a tener una connotación negativa. El tema es que cuando todo se reinvierte en educación, los resultados son bastante más positivos que cuando se gastan en otra cosa. Soy partidario de las instituciones dedicadas full time a la educación, pero no creo que el lucro defina que se acaben los movimientos estudiantiles”.

Resultados inciertos

-¿Es interesante que quienes reclamaron en su momento ahora estén instalados en el Congreso?
“No podemos saber los efectos, me parece que los dirigentes estudiantiles son gente bien preparada, joven y que tiene mucho que aprender y no los calificaría de inconsecuentes por haberse metido en el sistema político. Ellos tratan de influir desde la política en sus ideas. Creo que ahí hay una debilidad de la centro derecha en no tener personas jóvenes que tengan la capacidad de contrastar las posiciones de liderazgos”.

-A su juicio, ¿estarán con un pie en la calle y el otro en el Parlamento?
“Bueno, los que tienen la convicción de que hay que seguir la movilización en la calle y han optado por el camino parlamentario, necesariamente tienen que estar en ambos lados. Las soluciones que se tomen deben ser hechas de manera institucional”.

Efectiva regionalización

-En su caso personal ¿pudo haberse quedado en esta zona y hacer carrera en provincia o había una debilidad de las universidades?
“Tengo una convicción que la he planteado en artículos y en reuniones con autoridades públicas respecto a que urge una regionalización, pero no desde el punto de vista discursivo porque eso lo comparte todo el mundo, sino que con medidas concretas. Lo que he propuesto en el ámbito universitario es promover que en el caso de las 15 universidades que tienen menos recursos de aporte fiscal directo se pueda duplicar el aporte que reciben, entre ellas la propia Universidad de La Serena, pero si queremos avanzar como país hay que hacerlo así”.

-Pero cuando emigra había pocas posibilidades universitarias…
“Claro, lo que pasa es que aquí no había Derecho, las tres alternativas eran la Católica, la Chile y Concepción, pero hoy día las universidades regionales han mejorado, pero requieren un impulso estatal que sea mucho más consistente. No pueden competir”.

-Pero en el 2000 hubo una irrupción en la zona de universidades, pero terminaron fusionándose o quebrando…
“Si uno quiere realmente regionalizar tiene que creer en tener capital humano en las regiones. A través de Becas Chile hay una mina de oro y a mí me parece que la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere) debiera tener entre sus líneas a nivel nacional el desarrollo de capital humano. Algo de eso hay, pero es muy incipiente”.

Aterrizando en la realidad chilena

San Francisco acaba de llegar de España donde cumplió labores como agregado cultural en el Gobierno de Sebastián Piñera. Pero él dice tener las cosas claras. Ante todo es profesional y apegado a las tradiciones republicanas.
“Soy una persona que está en el mundo de la Cultura y la Educación y siempre he estado vinculado al servicio público. Fui presidente de la Feuc en 1994. El ministro Lavín (Joaquín) me pidió que lo acompañara como asesor en el Ministerio de Educación en el 2010 y el embajador Sergio Romero me invitó como agregado cultural a España para difundir la cultura chilena en el exterior. Sin ser de ningún partido político he estado vinculado al mundo de la cultura”.

-¿Pero está consciente de que aceptando ese cargo lo etiquetarían de un lado político?
“Sí, estoy etiquetado, trabajé en el Gobierno de Sebastián Piñera, pero creo en la amistad cívica republicana. En 1994 fui miembro de la Comisión de Modernización del Presidente Eduardo Frei y lo hice con gusto. A su vez, el Presidente Frei anunció lo que fue el Servicio País en la Universidad Católica, por un seminario que organizamos nosotros, donde llamábamos a derrotar la pobreza y eso lo recordamos en Madrid cuando hace un mes estuvimos cenando. Tener posiciones y convicciones es algo bueno, pero otra cosa es no respetar las de otro”.

-Cómo historiador, ¿cayó en la tentación de interpretar por qué el Gobierno del Presidente Piñera se transformó en un paréntesis?
“Eso es muy luego para analizar, pero hay un hecho: Fue un paréntesis. Hay veinte años de Gobierno de la Concertación, después podrían haber existido dos o tres periodos de centro derecha. La verdad es que no hubo capacidad para mantenerse en el Gobierno”.

-¿Lo lamenta?
“Hubiese preferido una fórmula de dos o tres gobiernos de centro derecha. Pero acá tenemos un modelo de democracia donde el pueblo resolvió con mucha claridad y la Presidenta Bachelet (Michelle) tiene todo nuestro respeto y puede hacer un buen gobierno si logra seguir aspectos de su programa, pero también entender que muchas de esas cosas se pueden matizar y hacerse mejor”.

-¿Pero es bueno que sólo haya estado 4 años? Porque hubo muchas cosas que quedaron inconclusas...
“Había mucha mística, pero hubo debilidades en la gestión del Gobierno, sobre todo en el ámbito político, porque los logros en materia económica y social son realmente impresionantes y felizmente benefician a los chilenos de a pie. Habría sido mejor dos o tres gobiernos, sí, pero para eso no habría que haber cometido los errores que ocurrieron y por otro lado, la Concertación o Nueva Mayoría, trabajó muy bien el rol de opositor y en eso tiene que haber un aprendizaje de la derecha y trabajar con mayor diversidad y pluralidad”.

-¿Los historiadores vinculados a la derecha no pensaron que el episodio de los 40 años del golpe militar terminaría perjudicando al sector?
“Me imagino que sí, no es un tema que haya revisado, pero lo que sabemos es que los años redondos o las décadas siempre permiten tomar los grandes temas nacionales y en ese caso, los 40 años del 11 de septiembre iban a ser un tema y es una materia que daña más a la centro derecha”.

-¿Faltó prever ese tema, porque salió dañada la derecha, pero no así el Presidente Sebastián Piñera?
“Mi impresión desde afuera es que la centro derecha sí salió dañada, pero era algo que se venía produciendo en el tiempo y que no fue sólo en los 40 años”.

-¿La frase de cómplices pasivos fue lo que detonó la controversia?
“Es que esa fue una frase muy potente”.

-¿Poco feliz?
“Es una frase que al menos requiere alguna explicación. Tenemos que hacer un esfuerzo por conocer los últimos 20 o 30 años y ahí me gustaría trabajar en el movimiento estudiantil”.

Frescura a la política 

••• -¿Hasta dónde quiere llegar con armar nuevos líderes?
“Tengo un futuro muy claro en materia universitaria, como es ser investigador en historia de la Universidad Católica de Chile, pero también colaboraré con el Instituto Res Pública en la formación de jóvenes para el servicio público. Me encantaría que de aquí a 10 o 15 años haya personas que se hubiesen formado en el instituto y que asuman posiciones de liderazgo social o político nacional o que sean capaces de ir a elecciones. Algunos ganarán y otros perderán”.

-¿Cómo advierte nuevos movimientos como el de Evópolis o el liderado por el exministro Andrés Velasco?
“Eso lo veo con genuino interés, porque la momificación política tiende a hacer más débil el sistema político. Cada 40 años se producen renovaciones políticas y del año 70 los cuadros no se han modificado mayormente, por lo que se necesitan cosas que le otorguen cierta frescura a la actividad política. Ahora no hay que despreciar a las generaciones pasadas, lo que nos han legado las generaciones de 70 y 80 años es un Chile mejor. No podemos caer en la lógica de que todo lo que han hecho es malo”.