78 años dando la mejor impresión

¿Cómo es el proceso para que el papel llegue a sus manos?

Después de que el diario pasa su revisión final por parte de la editora general, es enviado hasta las instalaciones de Editorial del Norte para iniciar su proceso de impresión y posterior distribución.
sábado 02 de abril de 2022

En nuestra casa, trabajo o quizás mientras hacemos trámites, todas las mañanas, abrimos El Día y así nos informamos de las noticias más importantes del ámbito local, nacional y hasta internacional. Pero ¿Sabe cómo llega el diario a sus manos? Se lo adelanto: es una labor compleja, altamente especializada y que requiere el trabajo de decenas de personas en la noche. Sí, durante toda la noche. 

Luego del reporteo, redacción, diseño, edición y revisión final del material entregado, viene una de las partes más desconocidas, pero no por eso menos importante del proceso de publicación: su impresión. 

Labor que como le avancé, es difícil y especializada, la que es realizada por el equipo de Editorial del Norte en el sector del Barrio Industrial de Coquimbo. Lugar donde también se imprime El Ovallino, nuestro medio de comunicación hermano. 

“Las imágenes llegan a un equipo conocido como CTP, que es una abreviación en inglés de ‘Computer to Play’, que es la información que nos hacen llegar los diagramadores y que contiene toda la labor realizada por los periodistas y gráficos. Para poder imprimir, lo primero que necesitamos es pasarlo a unas planchas fotosensibles, que son de aluminio. Esto permite que salga mucho más parejo el copiado y facilita el proceso. Luego, estas planchas se revelan y se montan en la máquina impresora”, afirmó el subgerente de Circulación y Producción de Diario El Día y El Ovallino, Claudio Alarcón.
 
De este modo, viene la etapa de copiado, en la que los prensistas y encargados de la parte técnica tienen que ser cuidadosos, debido a que se trata de una máquina impresora con diferentes ajustes, los que tienen que ser aplicados con precisión. Es así, como las planchas anteriormente mencionadas, pasan por unos rodillos y láminas de goma, que permiten que la tinta que queda en la plancha se plasme finalmente en el papel, el que pasa por módulos que tienen diferentes colores de tinta.

Eso sí, hay que destacar que cuando empieza a pasar el papel, la máquina impresora requiere calibrarse y se genera una pequeña merma, hasta que la impresión alcanza la definición perfecta y sólo así estará en condiciones de salir a la calle. Sin embargo, la labor puede hacerse más compleja dependiendo de la cantidad de páginas y avisos, determinando si El Día se imprime en uno, dos o más tiros. 

Al respecto, el prensista Mario Rojas complementó que “antes todo lo realizábamos de manera más artesanal, hoy todo es computarizado. Ya no es necesario hacer montajes de planta, como se realizaba en el pasado. Aunque hoy el tiraje sea menor, estoy convencido de que el diario nunca va a morir. Es una realidad que se lee menos, la pandemia ha influido, pero siempre tendremos lectores”. 

Por último, los prensistas y empalmadores dejan todo en óptimas condiciones: diarios impresos correctamente, ordenados en cantidades precisas y con todo indicado para que los repartidores y ruteros los lleven a los suscriptores y lectores.

Pero acá no termina el proceso, ya que aún se debe repartir el diario. Son cerca de las cuatro de la madrugada cuando los distribuidores llegan hasta Editorial del Norte para así iniciar la parte final del trabajo nocturno: dejar el diario en las casas de los suscriptores.

Uno de los ruteros y quien conoce cada uno de los rincones de La Serena y Coquimbo, es el argentino, David Pantaleone, quien señaló que “la familia Puga confió en mí y me dio la oportunidad para cumplir los servicios que ellos esperaban. Y esto, se traducía en hacerlo con los clientes porque es el servicio que ellos exigen. Me siento contento, porque he conseguido estar a la altura de lo que la empresa me ha solicitado y paralelamente cumplir con mis sueños personales y familiares”.

Acerca de lo complicado de este trabajo, recordó que al comienzo no era fácil memorizar los centenares de domicilios a los que debía repartir El Día, pero como “el hombre es un animal de costumbre”, después de tres meses logró efectuar el trabajo prácticamente a la perfección. “Uno no ve al cliente, no se le conoce, pero uno trabaja para entregarle el mejor servicio posible, porque antes de salir de su casa, debe tener el diario en su mano”, concluyó Pantaleone.  

Y así es como finaliza este extenso, pero a la vez interesante proceso. Ahora, ya puede leer las informaciones más importantes del día.