Su uso se ha ido extendiendo en Chile

Los efectos de las desaladoras: escasez hídrica vs impacto en el medio ambiente

Si bien estudios afirman que la salmuera producida por estas plantas aumentaría la temperatura del agua de mar y reduciría la cantidad de oxígeno, la experiencia acumulada en el uso de esta tecnología y la adopción de buenas prácticas permite decir que la construcción debe respetar el medio ambiente
domingo 03 de abril de 2022

La sequía que afecta a gran parte del territorio nacional, ha obligado a la búsqueda de diversas soluciones para asegurar el suministro, es así como las desaladoras se han consolidado como una de las respuestas a la crisis hídrica. De hecho, actualmente hay plantas proyectadas, aprobadas ambientalmente o en construcción por más de 14 mil litros de agua por segundo, con lo que se espera llegar a una capacidad instalada de 21.237 litros por segundo en los próximos años.


Y así como su instalación se ha ido extendiendo, también aparecieron cuestionamientos a sus supuestos impactos en el ecosistema marino y en el medio ambiente adyacente. 


En relación con eso, un estudio realizado por el Instituto para el Agua, el Medioambiente y la Salud de la Organización de Naciones Unidas (ONU), afirmó que la salmuera producida aumentaría la temperatura del agua de mar y reduciría la cantidad de oxígeno, lo que causaría consecuencias en la vida acuática. 


Todavía más, en conversación con EFE, Manzoor Qadir, uno de los académicos a cargo de la investigación, señaló que en el proceso de absorber agua marina, serían eliminados muchos animales atrapados en las redes. Animales que habían evitado ser succionados.  


Para el director y miembro del comité legal de la Asociación Chilena de Desalinización (ACADES), Francisco de la Barra, no hay actividad humana que no tenga impactos negativos en el entorno, pero lo importante es cómo se evitan o minimizan dichos efectos. En ese sentido, manifestó que la experiencia acumulada en el uso de esta tecnología y la adopción de buenas prácticas que la propia industria ha promovido en los últimos años, permite hoy decir que la construcción y operación de una planta desalinizadora puede y debe hacerse respetando el medio ambiente. 


“Por ejemplo, se señala habitualmente que las plantas generan salmuera, que es el producto del agua que una planta desalinizadora restituye al mar y que a diferencia de lo que se dice, no es ni barro ni sal de mesa, sino que sencillamente agua con un mayor concentración de sal a la existente al momento de captar esa agua. Si pusiéramos esa salmuera en un vaso de agua, probablemente no la distinguiríamos del agua potable o del agua desalinizada”, agregó. 


De este modo, de la Barra sostuvo que con un adecuado estudio de corrientes en el área de captación y restitución, la restitución del agua mediante difusores instalados a una distancia razonable, el impacto de esa salmuera se puede mitigar totalmente y hay abundante evidencia de ello en iniciativas con años de operación en el país. 


Por consiguiente, aseguró que en el escenario de cambio climático y sequía extrema que afecta al territorio por más de 14 años, las plantas desaladoras se han transformado en una de las únicas opciones disponibles para garantizar el suministro de agua para muchas áreas de la zona centro-norte. Complementó el director de ACADES que si bien es una opción de mayor costo, tanto en su construcción como en su operación, permite otorgar seguridad hídrica en un contexto en el que ninguna otra infraestructura de abastecimiento de agua está en condiciones de hacerlo. 


“Por ejemplo, en la Región de Coquimbo las inversiones en embalses no se justifican si es que no hay certeza que esos embalses podrán ser llenados con aguas. Asimismo, se hacen inversiones cuantiosas para suministrar agua vía camiones aljibes a las zonas rurales, un abastecimiento que, además de costoso, es poco seguro y con agua de una calidad discutible. Esos mismos recursos podrían ser utilizados en la construcción de plantas desalinizadoras, que se ha probado que garantizan disponibilidad del agua a las zonas en las cuales estas plantas se han construido”, dijo. 


Sin ir más lejos, tal es el caso de la ciudad de Antofagasta, que ve garantizado el abastecimiento de agua por la planta desalinizadora de Aguas de Antofagasta y el de Copiapó que se verá beneficiada por la nueva planta desalinizadora de Aguas Atacama.

El investigador en Oceanografía del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), Víctor Aguilera, quien se encuentra desarrollando un estudio acerca de los lugares más idóneos para la instalación de una planta, afirmó que estas infraestructuras deben construirse en sectores donde exista una alta dispersión del agua y poca concentración de partículas planctónicas. 
“Toda actividad antropogénica en un entorno natural va a tener impactos, va a tener una modificación del sistema, pero la idea es que eso no sea una traba para el desarrollo y la subsistencia de la población. La misión de la ciencia es hacer que la actividad sea sostenible”, añadió.