Aniversario 157 Coquimbo

Cuturrufo: el artista que puso a la comuna puerto en la escena del Jazz

El músico ha sido reconocido como uno de los actores clave para la consolidación de este género musical en Chile habiendo destacado también, por su aporte como gestor cultural.
domingo 05 de mayo de 2024

En junio de 1972 nació en Coquimbo, Cristián Cuturrufo, en el seno de una familia de músicos, pues su padre, el acordeonista Wilson Cuturrufo, ya destacaba en el cancionero del puerto pirata.

No obstante, su amor por la música llegó recién en su época de adolescencia. En una entrevista al medio The Clinic, reconoció que, de hecho, se dio de forma circunstancial. 

“Después que quedé repitiendo primero medio, mi papá un día me dijo: apréndete este solo del tema ‘La Bamba’ en trompeta y recién ahí te voy a dar permiso para una fiesta. Le hice caso y me lo aprendí. Cuando me estaba yendo a la fiesta, mi papá me para cinematográficamente y me dice: ‘Acuérdate de mí, algún día se te va a prender la ampolleta y no vas a saber lo que va a pasar’. Tal cual sucedió. Y me puse a estudiar trompeta, trompeta, trompeta. Y escuchar a Chick Corea, George Gershwin, Cole Porter. Y me transformé en un autista. Nunca más fui a fiestas. Del más malo de la trompeta en el colegio pasé a ser el más bacán. Gané todos los puestos en las orquestas”, relataba con entusiasmo.

De ahí en más supo que la música era lo suyo e ingresó a la escuela de Música de la Universidad Católica, donde tuvo una formación académica y técnica como trompetista docto. De hecho, entre 1991 y 1993 integró el Ensamble Gabrieli.

En musicapopular.cl., lo definen como una de las figuras que lideraron el jazz de los ‘90. “El trompetista Cristián Cuturrufo puso su sello en la escena de esa época aplicando un muy sólido revisionismo de la música bebop con sus dotes de solista e improvisador. Cuturrufo asimiló este lenguaje venido desde Nueva York para imprimirle un carácter chilenísimo a su música, hecho que finalmente lo llevó a una categoría referencial y le redituó gran popularidad. Con sus propuestas musicales, que van desde el jazz puro al latin jazz y desde el swing nacional al latin funk, además de su gestión en la puesta en marcha de festivales y clubes nocturnos de música, Cuturrufo fue un hito en la cronología del jazz chileno”, señala el sitio web.

En sus inicios conoció al saxofonista alto Ignacio González, con quien comenzó a tocar y tuvo sus primeras apariciones en jam sessions del Club de Jazz y conjuntos espontáneos con músicos como Alejandra Santa Cruz, David Castañeda y el propio Ignacio González. Estaba muy influenciado por el bebop de figuras como Dizzy Gillespie y Fats Navarro. 

En 1990 se unió al grupo de latin jazz Motuto, septeto con el cual tocó en espacios de baile y música afrocubana hasta 1992. Luego viajó a Cuba para profundizar sus estudios de música popular, ritmos afrocubanos y jazz. 

También trabajó con Ángel Parra Trío y dirigió sucesivos quintetos por los que desfilaron gran parte de los jazzistas de los ‘90: los saxofonistas Ignacio González, Jimmy Coll y David Pérez, los guitarristas Jorge Díaz, Dani Lencina y Federico Dannemann, los bajistas Felipe Chacón, Christian Gálvez y Cristián Monreal, y los bateristas Iván Lorenzo, Carlos Cortés y Andrés Celis, entre otros. Además, trabajó junto al legendario pianista de la vieja guardia Valentín Trujillo. Su primer disco, Puro jazz (2000), es resultado de todas las aventuras que tuvieron lugar en los años ‘90, la década de la transición, también para el jazz chileno.

A pesar de ello, siempre reconoció que lo motivaban más los ritmos populares, sin formalismos, y se definió como un creador “inquieto y voraz”, sin muchos guiones establecidos. “No soy jazzista, sino que un músico que toca jazz. Soy fanático número uno de la buena cumbia. Me encantan los Viking´ 5, soy su fan número uno. Primero los Viking´ 5, después Miles Davis y Herbie Hancock”, resaltaba en la entrevista con The Clinic. 

Durante su carrera tuvo la oportunidad de realizar diversas presentaciones internacionales, en Nueva York, Egipto, Nueva Zelanda, Indonesia, Singapur, Malasia y Tailandia, entre otros. 

Pero no sólo destacó por su calidad musical, sino que también por su trabajo como gestor cultural. Entre otras cosas, produjo el Festival de Jazz de Las Condes, que en su momento llegó a reunir a 3.000 espectadores en el Parque Alberto Hurtado. Pero lo que más se le recuerda son sus locales: The Jazz Corner (2013) y Boliche Jazz (2017), coordenadas ineludibles del circuito nacional debido a los pocos clubes de jazz que había por esos días en Santiago.

El artista coquimbano falleció a los 48 años, el 19 de marzo de 2021, debido al Covid-19. Sin embargo, su legado y herencia musical siguen presentes en la escena artística nacional, donde seguirá siendo reconocido como el mayor exponente del jazz de nuestro país.